sábado, 22 de febrero de 2014

DÍAS CONTADOS



Estaba siempre sola,
siempre callada y quieta.
Se dolía del cuerpo magullado
pero más aún del alma,
a todas horas.


Pañuelitos de seda
colgaban de su cuello
ocultando las marcas
y la pena.


Una tarde de otoño
se cumplió la amenaza,
se apagaron las velas
y aún se quedó más sola,
                                       más callada
                                                          y más quieta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario